Hace unos días cumplí 25 años, un cuarto de siglo que se paso volando.
Cuando uno es niño los años son largos, casi eternos, pero con el pasar del tiempo y en la vorágine de la rutina los años comienzan a avanzar a paso acelerado.
A pesar de que a la mayoría nos gusta que se acuerden de nuestro natalicio, siempre me ha resultado un poco incomodo el rito del saludo, es raro que te feliciten por algo que no pareciera ser un gran logro, solo hay que acordarse de respirar para tener otro año mas de existencia. Pero en algunos casos no es fácil escapar de la muerte caprichosa.
Al fin y al cabo el cumpleaños es eso, una celebración de la vida, es agradecer al destino por brindarnos otra oportunidad para concursar en el complejo desafío del día a día.
4.23.2010
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